LAS LÁGRIMAS DE JESÚS

Ya habían pasado un mes desde que Juliet se fue de su casa, su madre, cada día de ese mes se sentaba al lado del teléfono esperando una llamada de su hija, pero… Juliet no llamaba; había días en que la madre se descuidaba del teléfono, pero en cuanto escuchaba el timbre del teléfono corría pensando que sería su hija, pero… no; lleno de tristeza y con lágrimas es sus ojos la madre colgaba el teléfono después de responder.
Cuando cumplió el mes en que se fue Juliet, la madre se sentó al lado del teléfono, ya por la tarde las lágrimas de la madre caían por sus mejillas, el dolor en su ser se hacía más intenso, sus entrañas le dolían, se preguntaba como la hija a quien tanto cuido ahora se olvidaba de ella; la madre lloraba desconsoladamente.

El amor de Jesús no tiene comparación con el amor de una madre, pero lo que pasa cuando uno de nosotros nos apartamos de él es similar, Jesús espera nuestra llamada, nuestra oración, nuestro clamor, nuestra atención; y cuando le demostramos lo contrario sus lágrimas corren por sus mejillas, sus entrañas se duelen, su corazón se entristece.
Las lágrimas de Jesús son por ti.
¡Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar!
Leer: Apocalipsis 3:20

Comentarios