El tiempo de Dios tiene sus misterios, pero no nos corresponde entender, sino confiar. Nuestro tiempo tiene prisa, el suyo tiene la perfección. Esperar en él puede ser la más difícil de las opciones, pero Dios es el dueño del tiempo y como tal determina el nuestro hoy y escribe el nuestro mañana. Quien en él espera jamás será decepcionado, pero sorprendido.
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Creditos: www.facebook.com/unachicacristianaoffcial
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